viernes, 24 de junio de 2005

ya no juegan conmigo...

   Dioses y diablos ya no juegan conmigo, ¿acaso ya malgastaron mi mente?, ¿acaso ya maltrataron mi cuerpo lo suficiente hasta reducir mi existencia a un residuo indeseable, indigno de ser su juguete?... 
  ¿Acaso mi explotada alma les termino resultando un estorbo para las delicias de sus diversiones?, ¿o acaso mi revelación de ser y sentir mi propio Dios y mi propio diablo les disgusto a tal punto de enterrarme bajo diez mil kilos de nubes y sobre veinte mil llamaradas de ardiente fuego?. Realmente, no lo se.
   ¿Quien puede saberlo?. Si las divinidades son divinidades por el simple hecho de que el ser humano desconoce por completo sus vidas. La idolatra, la mistifica como un adolescente perdidamente enamorado de una mujer; mujer con la cual no cruzo ni siquiera dos palabras, pero sin embargo la ve hermosa, la ve comprensible, bondadosa y distante, sobre todo distante. Se vuelve loco, la necesita. Necesita saber que tiene alguna esperanza... pero nunca le habla. Solo en los sueños o cuando la ve pasar; imagina que se cruza y entabla conversación e imagina las diez mil posibilidades que tiene para decir: “Hola, te amo. Sacame de este infierno”. Pobre corazón carcomido por la “divina” mujer
   En fin, ese es el proceso por el cual el hombre convierte en divinidad a algo completamente desconocido, entonces… ¿quien puede saberlo?
   Estas entidades juguetonas (¡y yo su maldito bufón!) trataron con mucho esmero de hacerme sentir... sentir que no sirvo, sentir que no valgo, que no merezco la vida, que no merezco el amor, que no merezco...  ¿quien es capaz de merecer algo si no siente ser capaz de merecer el amor?
   Trataron, solo trataron. Pero al ser su poder tan grande (juego mental denominado ¨fe¨) lo lograron.
   A lo único que podía aspirar era a ser  ¨merecedor¨ de formar parte de una de sus fichas en ese juego de mesa brutal que llamaban VIDA, creo, y que en cierta ocasión tuve el ¿placer? de ser un dado y no morir asi, en la desesperación de ver como mi destino era sorteado a la suerte de unos números.
   Recuerdo que todos queríamos formar parte de ese juego (solo por sentirnos “útiles”), corrías el riesgo de que te ocurra una desgracia, pero uno no gana si no arriesga. El casillero más deseado era el 45: una tormenta de sensaciones invadía tu alma por no más de tres segundos -¡era una bendición!-. Igual, nunca llegábamos a disfrutar de esos segundos tanto como se le merecían ya que al caer en ¨el 45¨ tenías que jugar hasta estar en deuda con los grandotes, lo cual ocurría en la próxima jugada (¿libre albedrío? ¡Ja!) Igualmente los tres segundos de tormenta lo valían. Le llamábamos el ¨pequeño nirvana¨.
   Yo llevo medio siglo sin jugar. Claro, la diversión se acaba cuando el juguete deja de ser extraño, exótico y uno ya conoce todas sus mañas para agradar o disgustar, zurcir o desgarrar, matar o desangrar, y usted, señor curioso, sabe que conocían mis mañas, y muy bien.
   El otoño llego y mi marchitado corazón pasa desapercibido entre la hojarasca. Los gnomos (sirvientes de dichas entidades) juegan a reducir a cenizas toda hoja muerta que encuentran sobre el patio central, dando saltitos alegres que se tornan endemoniados a medida que se acercan a mí. Estoy preocupado.
  Pido perdón por cosas que no hice, pero es la única manera de demostrarles a la mismísima subordinación latiendo dentro mío.
   Sin embargo los gnomos jugaron a reducir a cenizas a aquella hoja muerta que pasaba desapercibida entre la hojarasca.
   Maldita ráfaga de aire otoñal que se comploto con los gnomos para completar la disolución de mi vida, amor, existencia.        V i e n t o .        C e n i s a .        N     A       D        A         .   .    .   
  Sumido en mi inmensa e inagotable depresión me encuentro volando; mi todo no se; mi mente allá, postrada en el suelo pesando mas que mi cuerpo; a mis piernas las veo por acá no haciendo esfuerzo alguno por salvarse mientras la tierra se las quiere tragar; mi pecho desorientado sin cabeza no entiende que el camino es otro y se sigue golpeando contra la pared; y mi corazón conmigo, en todas partes, en cada partícula de polvo, en cada partícula de llanto, en cada suspirar, poseedor de una cruenta omnisciencia que me hace llorar. Me dejo llevar pensando, imaginando ¿Habrá fin?, ¿volveré al barro maternal del cual me sacaron sin yo querer? esperando, deseando que la primavera me ayude a parir un capullo hijo de mis entrañas para devolver a mi mente las ganas de soñar y a mi alma las fuerzas para andar.
   Luego de mucha eternidad no veo respuestas. Luego de mucha autoflagelación no veo cicatrices. Luego de mucho dolor no siento nada, ni siquiera se quien soy. Solo vago, vago y vago.

 Mente mente mente mente mente mente mente mente mente corazón mente mente mente corazón mente corazón mente mente corazón mente corazón mente corazón mente corazón corazón mente mente corazón mente corazón mente corazón corazón corazón corazón corazón corazón corazón corazón corazón ¿luz? corazón corazon ¿luz? ¿luz? Corazón ¿luz? ¿luz? ¿luz? Luz luz ¡LUZ!
                                   

  Empiezo a sentirme alegre gracias a una luz mágica salida de mi mente, con una frase salvadora que ningún mesías caído del cielo supo darme: ¨la vida gira, dejala rodar¨. Cuando yo este bien el mundo me hará mal y cuando todo este mal yo me haré bien. Esa es la ley, esa es la VIDA: un juego imposible de obviar, solo hay que conocer las reglas y saberla jugar.
  Como dije en un principio, Dioses y diablos ya no juegan conmigo ¿acaso es hora de que yo juegue con ellos?.

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